
Nunca leí a Vargas Llosa
y no me siento antipatriota por eso,
no conocí a Zavalita ni al Jaguar,
ni supe en que momento se jodió el Perú
(tampoco sé cuanto tiempo se va a seguir jodiendo).
Lo rescatable de todo esto es que estoy a tiempo de coger uno de sus libros
(y no exactamente el Sueño del Celta),
leerlo y mimetizarme con su mente, con sus fantasmas y su genio poco comprendido.
No sé si sea la moda,
no sé si es su premio Nobel,
quizás sea que todos los días lo veo impreso en un diario local,
una fotografía inmensa y su nombre en rojo intenso.
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