Cualquiera que sea su parentesco, la belleza, en su desarrollo supremo, induce a las lágrimas, inevitablemente, a las almas sensibles.
EDGAR ALLAN POE

miércoles, 22 de mayo de 2013

:)

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Quisiera

Quisiera tener la bohemia de un poeta maldito escupir en la cara de la decencia amar tormentosamente, pegarle un tiro a la razón. Quisiera ser el alquimista de mis palabras el arquitecto de las frases que besan tu oído destruir las murallas que resguardan tu silencio quisiera ser el alumno de tu desdén. Mi claridad es como una noche de invierno silenciosa y melancólica en espera de tu silueta, en espera de la sangre de los inocentes. Suelo caminar entre la bruma y buscar la razón de las pasiones entender por qué te amo y por qué estás tan lejos. Desespero como un preso buscando redención, te odio y te amo... y te vuelvo a odiar. Muchas veces escuché tu vos en el viento corrí tras de ella y me perdí en las calles olvidadas de esta ciudad ciudad de muertes ciudad que me habla de ti a cada instante. Quisiera ser lo que quieres que sea un tonto muchacho aferrado a tus manos un amigo que te ama en silencio, quisiera ser parte de tu rubor y tu mirada caprichosa quisiera seguir tus pasos descoordinados toda la vida. Soy el sonido de las fauces de una fiera efímero e inconstante vigoroso y pausado, quizás mañana huya de todo quizás pierda la memoria y me olvide de tu voz. Afuera los cuerpos caen y se retuercen de dolor.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Inevitable

¿De qué forma socavaste los recuerdos y te apoderaste de mi mundo? ¿De qué forma pudiste redactar una nueva historia en mi pecho y borrar el dolor? Diviso a lo lejos cómo se desvanecen las cosas cuando te acercas y como el ambiente cambia completamente a mi alrededor. Tiemblo cuando me miras fijamente me pierdo en ti al escuchar tu voz. ¿De qué forma te deslizas por mi mente cada momento del día? ¿De qué forma me haces perder la razón? me obligo a no quererte a ignorarte, a no tocarte pero mi voluntad se somete se debilita ante este corazón. Juego a la ruleta rusa con mi suerte cuando te tengo cerca y me digo que no cuando intento abrazarte locamente cuando engaño a mi verdad que la inercia tiene la culpa y no yo.

viernes, 25 de enero de 2013

Rutina II

El bus semivacío avanza lentamente, como agobiado por tantas historias, camino de frente, me siento en el lugar junto a la ventana... me recuesto en ella mirando a la calle que pasa como un caleidoscopio mientras que la gente mira su reloj y se queja del calor siniestro que se impregna en las mejillas y desespera. Miro mi teléfono... son las diez y tres de la noche ¿Ella estará viajando en un bus al otro lado de la ciudad? Hoy su voz me erizó la piel mientras jugaba a madurar en mi recinto de locura... Prejuzgo mi situación, mi codicia me traiciona cuando frente a sus ojos mi voz se entorpece, volteo y sigo mi Norte... El bus se detiene, se hace eterna la espera frente semáforo, en mi mente circula una canción: "...Before I run far away, I need to take holiday... Maybe it's a fall from grace, I gotta find a new place... A holiday... " Es cierto, necesito vacaciones... Cierro mis ojos, Morfeo llama a mi puerta, pierdo la razón lentamente... murmuro su nombre... No puedo a veces actuar como quiero con ella, es extraño... la veo, mi corazón se acelera, mi voz tiembla... pero el orgullo disfraza todo eso.. me hace simple, como poseído por lo convencional... Algunas veces la veo a lo lejos, siempre es ella, pero nunca la indicada... Despierto nuevamente... el bus está casi lleno y las horas que no perdonan... la luna afuera está brillante, hermosa como cuando por estas fechas la veía a su lado. Alguien se sienta a mi lado, no me llama la atención saber quien es, solo sé que también es una víctima mas del consumismo que nos ahorca lentamente, como para morir felices. El caleidoscopio no para, la gente afuera se mueve en dirección opuesta a la vida, pienso en el gato que me saludó esta tarde, pienso en su llamada casual. ¿Acaso al fin he perdido la cordura? Me pregunto, ella está en todos sitios... me mira desde atrás, está en un bus al otro lado de la ciudad, duerme plácidamente en su alcoba, eriza mi piel con su voz, está ahora con alguien más... El bus se acerca a mi destino, me levanto, me acerco a la puerta de bajada... sonrío a mi reflejo. Mañana quizás la siga buscando...

Rutina I

Bajo del bus, cruzo la acera... camino mirando a la gente pasar, como invisible, como flotando entre miles de almas predestinadas... un gato me saluda, me detengo, le doy la mano y acaricio su espalda... huye de mi lado y se detiene a lo lejos, me observa y se marcha. Sigo de frente... El semáforo pinta rojo, me detiene en su letargo pasajero, a mi lado una niña de hermosos ojos al lado de su madre... a mi lado un hombre gordo presa de la rutina, a unos cuantos metros mas alguien grita, envidio su locura. ¿Ella me esperará al otro lado de la calle? No lo sé. Como programado para responder a mis impulsos comienzo a caminar a penas el verde me anuncia que tengo ochenta y cinco segundos para cerciorarme de eso... está vacío su lugar... pero ¿Qué lugar? ¿una banca olvidada? ¿Un árbol bisoño quizás? o tal vez alguno de esos restaurantes con gente elegante que toma su café a las seis de la tarde. No me desaliento, divago en mi sosiego mientras camino hacia la ruta que me lleve al mar. Pienso mucho mientras transito por aquellas calles onduladas, pienso en cuál será su nombre... me imagino su perfume... pienso en que acaso veré mi teléfono y encontraré una llamada perdida de ella... me imagino su voz. Llego a mi destino... una hora y media para aprender a decir "I love you, I can not be without you". Regreso a mi periplo fugaz mientras todos hablan de la clase de inglés... yo tan solo me divido en dos. Mi razón y mi locura se distancian una de otra... dejo a todos atrás... juego con las grietas de las calles... me detengo... a lo lejos alguien grita, ésta vez su locura es estúpida... subo al bus, hecha a andar...

sábado, 5 de enero de 2013

Retroalimentación

Me escondo de tus recuerdos y trato de enterrar tu nombre en el silencio de mi voz que solloza tu ausencia Te doy la espalda, tu me tomas el hombro y me acaricias con tus palabras vacías te imagino frente al mar con tus ojos de miel reflejando el suicidio del sol en cada atardecer siento la brisa y el frío cala hasta mis huesos, mas profundo que tus huellas mas profundo que tus besos en las cotidianas despedidas frente al sendero de los sauces Me escondo de tu recuerdo, de tu silueta... de tus dulces manos y del azafrán.

domingo, 10 de junio de 2012

A la orilla del silencio

Era 28 de enero y su mirada se conjugó con el ocaso, se cubrió con la garúa y siguió caminando. Bisbisaba una canción melancólica y tras sus pasos dejaba una caricia, tras sus pasos el mundo moría, tras sus pasos todo se escapaba de mi ser. Las luces de la ciudad iluminaban nuestro espacio y el sonar crudo de los coches malgastaba su voz, se quedó en silencio y miró al cielo. Le cogi fuerte de la mano y sentí la frialdad reflejada en ella, murmuré en su oido una frase que no quiero recordar, ella me miró y no fue mas ... siguió caminando

Era

Era la sombra de una historia triste reflejada en sus ojos color café, era mi voz clamando por auxilio y su regazo mi refugio en las noches de soledad era su voz, su risa intensa. Era mi paz cada tarde en ese sucio muladar, era mi ambrosía, mi cicuta; era mi tempestad, mi calma; mi Abigail, mi silencio pausado en mis momentos de éxtasis, mi locura en mi calma mas lejana; era el color de mi matiz opaco, era mis ganas de seguir. Era... y simplemente dejó de ser y simplemente núnca fue... Las estrellas se pierden en el firmamento... Pro vita sua.

Su miedo a ser Izumi

Se refugió en mi libro a medio leer, y se encerró en la historia de los Gatos Antropófagos, caminamos por las calles a media luz y sus ojos solo describían: "Izumi era diez años menor que yo. Nos conocimos en una reunión de trabajo. Desde el primer momento quedamos prendados el uno del otro. En esta vida pasa a veces, aunque muy pocas. Nos vimos en tres o cuatro ocasiones, siempre por cuestiones laborales. Yo fui a su empresa, ella vino a la mía. Por más que diga que nos vimos, nunca fue por mucho tiempo, tampoco estuvimos nunca a solas. Ni tocamos ningún tema personal. Pero, cuando terminó el trabajo, me embargó una profunda tristeza. Me sentí como si me hubieran arrebatado de forma injusta algo que me era imprescindible. Era un sentimiento que hacía tiempo que no experimentaba. Posiblemente a Izumi le ocurriera lo mismo. Una semana después, ella me llamó a la empresa por un asunto laboral sin importancia. Charlamos un rato. Yo bromeé y ella se rió. Y la invité a tomar una copa. Fuimos a un pequeño bar y charlamos mientras tomábamos algo. Casi no recuerdo de que hablamos en aquella ocasión. Pero los temas de conversación fueron surgiendo, uno tras otro, con una facilidad asombrosa. Cualquier tema nos parecía interesante, hubiéramos podido seguir conversando hasta la eternidad. Yo entendía con una claridad meridiana lo que ella quería decirme y, aquello que yo nunca había logrado explicar bien a los demás, a ella se lo podía transmitir con una precisión pasmosa. Ambos estábamos casados, ninguno de los dos nos sentíamos especialmente insatisfechos con nuestra vida matrimonial. Ambos queríamos a nuestros cónyuges y los respetábamos. Sé por experiencia que, en la vida, sólo en contadísimas ocasiones encontramos a alguien a quien podamos transmitir nuestro estado de ánimo con exactitud, alguien con quien podamos comunicarnos a la perfección. Es casi un milagro, o una suerte inesperada, hallar a esa persona. Seguro que muchos mueren sin haberla encontrado jamás. Y, probablemente, no tenga relación alguna con lo que se suele entender por amor. Yo diría que se trata, más bien, de un estado de entendimiento mutuo cercano a la empatía. Luego, Izumi y yo volvimos a vernos, tomamos una copa, hablamos. Su marido solía regresar tarde a casa por cuestiones de trabajo, así que ella podía disponer de su tiempo con una relativa libertad. Cuando hablábamos, las horas se nos pasaban en un santiamén. A menudo, al mirar el reloj, nos dábamos cuenta con sobresalto de que se acercaba la hora del último tren. Siempre me costaba dejarla. Hubiese querido hablar más, y a ella le sucedía lo mismo. Después nos acostamos. Sucedió con la mayor naturalidad del mundo, sin que ninguno de los dos lo propusiera. Tanto para ella como para mí era la primera relación sexual que manteníamos fuera del matrimonio. Pero no nos sentíamos culpables por ello. Porque necesitábamos hacerlo. Desnudarla, acariciarla, abrazarla, penetrar en ella y eyacular era una parte más de nuestras conversaciones. Era tan natural que , si bien no tuvimos sentimiento de culpabilidad, tampoco nos produjo un placer carnal de aquellos que desgarran el corazón. Era un acto tranquilo, agradable y sencillo. Lo más maravilloso eran las conversaciones que manteníamos apaciblemente en la cama después de hacer el amor. Eran unos momentos inapreciables. Entre las sábanas, abrazaba su cuerpo desnudo, ella se acurrucaba entre mis brazos y, en una voz tan queda que sólo nosotros podíamos oír, hablábamos de cosas que únicamente nosotros entendíamos. Nos veíamos siempre que teníamos ocasión. Quedábamos, tomábamos una copa, hablábamos y, si nos sobraba tiempo, nos acostábamos y, si no, nos despedíamos. Tanto nos daba una cosa como la otra. Sorprendentemente (o quizá no lo sea en absoluto), estábamos convencidos de que era posible mantener esa situación de forma indefinida. Es decir, que creíamos que nuestro matrimonio era nuestro matrimonio y que la relación entre ella y yo podía existir de una manera paralela, sin que se produjeran interferencias entre ambas circunstancias. Porque nosotros estábamos convencidos de que nuestra relación no iba a influir en nuestra vida matrimonial. Cierto que manteníamos relaciones sexuales, pero ¿qué daño hacíamos a los demás con ello? Cierto que cada noche que veía a Izumi llegaba tarde a casa y tenía que mentirle a mi mujer, y eso me hacía sentirme culpable. Pero, en realidad, nosotros no traicionábamos a nadie. La relación entre Izumi y yo, si se me permite la expresión, era una comunicación total en aspectos limitados de la vida...” -¿Te pasa algo? -...No... nada -Dime, estas muy...callada -Creo que es el libro... -Mmmmm... ¿Qué tiene el libro? te vi muy enganchada a él... -No lo sé... -Dime... no tienes que callar... -¡Ah! me sentí muy identificada con Izumi... no quiero terminar como ella... -¿Cómo?... ¿Desaparecer? -...Algo así... me dejó intrigada, ¿Por qué desapareció? -No lo sé... vamos, tampoco seré Murakami... jajaja... no te dejaré escapar, no tengas miedo -No, no tengo miedo... -Bueno... Al final de la plática un beso y ambos tomaron caminos distintos....

martes, 5 de junio de 2012

Historia de interlunio

Ella apareció en su vida una tarde, cuando todo el mundo parecía haberse puesto en su contra. Dulce, con su sonrisa de ensueño y esos bellos ojos marrones que lo atraparon para toda la vida. Jamás creyó que las estrellas del firmamento morían, pero parecía que con el solo hecho de verla, las miles de galaxias desaparecían. Ella fue su amiga y le enseñó que el dolor mas agudo no es el de la carne, sino el de la lúgubre indiferencia. Ella fue perfecta, fue el ángel que esperaba; se jugó el silencio cierta mañana por verlo feliz, él le dijo "no podrás", ella atinó simplemente a abrazarlo. Ella golpeó su rostro una vez y él la amó una vez mas. Caminaban por las calles homogéneas de la ciudad y pintaban cada pared con sonrisas; ella lo tomaba de la mano, él jugaba con su cabello y disfrutaba cada segundo a su lado. Un bosque los protegió de la luna y fue su complice cuando de huir del mundo se trataba. Dormían en las nubes, viajaban en el lomo de un caracol... escuchaban las historias del viento, despedían al crepúsculo y al sol. Nada parecía estar mal, ni el letargo que vivían juntos cada mañana; la estación era su reino, un abrazo eterno y su pupilas conjugadas decían no te vayas... luego tenuemente ella decía "te odio... me engries demasiado", él sonreía y por dentro su corazón rebozaba de alegría. Así los días pasaron, entre risas y silencios, así él se suicidó en sus labios y lentamente ella se alejó. Al final de sus vidas él se resignó a perderla, pero en el adios, ella besó su voz por ultima vez... él vivió condenado y ella, su ángel, abrió sus alas y hechó a volar.

jueves, 31 de mayo de 2012

A un pedazo de papel

Me gustaría poder saber si es que acaso tus palabras confusas son para mi, si es que los tantos golpes directos al corazón sirvieron de algo; hoy simplemente espero ansioso, intranquilo y por primera vez reconozco que tengo miedo y prefiero el silencio. ¿Acaso tus labios conspiraron contra mi? ¿Acaso este no saber que hacer será mi castigo por robarte un beso aquella tarde? no lo sé, a veces no soporto estar aferrado a tantos disfraces de desinterés, doy vueltas en tu risa y se me hace mas difícil respirar; trato de aparentar ante el estúpido mundo que todo está de maravilla, que nada está mal. Necesito que los recuerdos no sean dagas al corazón, necesito que tenerte cerca no sea una travesía, necesito verte bella siempre...perfecta como cuando danzabas entre las nubes, perfecta como cuando me rescataste.

jueves, 3 de mayo de 2012

Inicia

Dibujando paradigmas en mi mente, trato de entender ese no sé qué que tienen las cosas de la vida, eso que les hace onírico en circunstancias normales y tan terrenales en momentos extraños. Hablo para no sentirme solo, callo para alejarme de la multitud; de vez en cuando grito, otras mas me sumerjo en una canción; salto, camino y luego me detengo para mirar atrás y divisar todo lo perdido y cuánto he avanzado. Ahora, vacío de todo, sonrío cuando veo reflejada mi inmadurez en dolores estúpidos...¿Debo sonreír a eso? Yo creo que sí. Vamos, nacimos solos, moriremos solos, al final lo que importa es ser feliz... ni siquiera el amor es importante (palabra de un filósofo, no mía). Bueno... que siga la fiesta entonces, bailemos en el muladar.

La Escuela de Atenas

La Escuela de Atenas

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