Cualquiera que sea su parentesco, la belleza, en su desarrollo supremo, induce a las lágrimas, inevitablemente, a las almas sensibles.
EDGAR ALLAN POE

miércoles, 23 de septiembre de 2009

A Amalia (3)

Querida Amalia:

Hoy estoy casi vencido, la verdad ya casi no me quedan fuerzas para seguir aguantando a esta podrida ciudad que día a día me atrapa más.

Sabes, estas ultimas semanas han sido las peores que he tenido, la academia que me pone todos los cursos encima, los amigos que ya no son los mismos y la soledad que en los momentos que suelo meditar acapara toda mi cabeza.

Ayer regresando de estudiar, pasé por ese jardín que solías admirar los domingos por la tarde y recordé aquellos momentos en que nos la pasábamos jugando a las escondidas entre las margaritas y los girasoles que combinaban con tus mejillas de tulipán.

Se que donde quieras que estés, te encuentras bien, pero sabes, te extraño mucho, creo que desde que te fuiste hace un año el sol ya no sale para mi y la felicidad se olvidó que yo existo…quizás hasta yo me olvidé de vivir.

Te cuento que ahora me dedico a escribir poemas en mis tiempos libres o eso es lo que trato de hacer, aunque no me salen muy bien trato de mejorarlos hasta que sean perfectos…pero nunca son perfectos porque nada es perfecto ya, ni los árboles del huerto, ni las rosas que se secaron el día que te marchaste, ni nada que no tenga que ver contigo…la verdad es que todo es desdicha, todo es caos y confusión es esta fría habitación.

Todos los días me la paso echado en mi cama deambulando por cada rincón de mi cuarto oscuro, frío y desordenado; el tedio ronda pero que mas me da; me da igual todo, a veces estoy alegre y es dos veces por año cuando recuerdo que alguna vez estuviste aquí.

Si te quisieras volver encontrarías todo igual, hasta las palabras que siempre repito, esas que en esta carta aparecen a cada rato, sigo haciendo lo mismo de siempre para conservar tu recuerdo y creo que eso me ahoga mas, pero como te lo vuelvo a decir, ya que importa.

Sabes que hoy fui a comprar flores para enviártelas junto a esta carta, tulipanes rojos como los que te gustan, una caja de alfajores porque se que detestas el chocolate y el pequeño oso de peluche que te olvidaste en aquel sillón viejo de la salita de estar, todo esto te lo enviaré en donde quieras que estés.

Me despido con tanta nostalgia y desazón, quiero que recuerdes que nunca te voy a olvidar y que si aun estoy vivo es por tu recuerdo.

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